La Geografía ¿no estudia el espacio?

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¿La Geografía es una ciencia del espacio?

El problema del espacio en la Geografía
Por José C. Martínez Nava

En los pasillos de las facultades o colegios, de los institutos y de los encuentros de Geografía, es difícil encontrar un geógrafo que declare oralmente que no estudia el espacio terrestre; pero, por lo menos en los últimos tiempos existen muchos indicios de geógrafos profesionales que, voluntariamente o no, declaran el carácter no espacial de su disciplina. Esta confusión, aparente o no, tiene su origen, principalmente, en la complejidad específica del espacio como objeto de estudio en la ciencias y en la Geografía y en el carácter sociológico de la ideología reaccionaria de nuestro tiempo.


En efecto, para muchos geógrafos y para muchos otros científicos que han tenido contacto con la Geografía, esta ciencia no estudia el espacio y sí estudia causalmente cosas concretas y no propiedades y relaciones espaciales de esas cosas concretas. En el Primer Congreso Interno del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), celebrado en 1983, se presentaron algunos artículos de geógrafos cuyos títulos, por lo menos, no evidencian que su disciplina de conocimientos estudie el espacio sino cualquier otra cosa que se quiera. Destacan, por ejemplo: “Importancia de las horas frío en la fruticultura”, “Algunas consideraciones (no dice que “espaciales”) sobre la minería en la época prehispánica”, “Industrias Peñoles dentro de la gran minería”, “El desempleo y subempleo agrícolas como factor de rechazo rural”, etc.[1]., que bien podrían firmarlos otros especialistas.


Este tipo de deducciones se expresa más claramente en los libros de texto para la enseñanza de la Geografía. Así lo hace Luis Ignacio Funes[2], quien afirma que la Geografía “es una ciencia que tiene por objeto el estudio de los hechos y fenómenos físicos, biológicos y sociales que existen o se producen en la Tierra”. Aquí destaca el hecho de la terrible ignorancia de muchos geógrafos. Funes dice que la Geografía no estudia cosas materiales, sino que estudia “¡el estudio!” de cosas materiales. Increíble.  Pero, hay más. Según Harlan H. Barrows: “…la geografía es la ciencia de la ecología humana”[3]. También, increíble ya que es evidente que se invade la ciencia llamada Ecología, ¿qué pensarán de nosotros los ecologistas?


Existen otros geógrafos mañosos. Son aquellos quienes señalan en el título de sus trabajos o sólo por mencionarlo a algún elemento geográfico, espacial, aunque sólo lo hagan como marco de referencia. Pensarán ellos que con hacerlo ya resolvieron su ciencia y su metodología, pero nada de este asunto es real, pues dichos geógrafos, pretendiendo ser científicos, se alejan de la ciencia. Estudian las cosas materiales, los modos de movimiento de la materia terrestre, los objetos y fenómenos terrestres, que necesariamente existen en el espacio, espacialmente o en cuanto espacio, y así no se distinguen de aquellos geógrafos que señalan que no estudian el espacio. Son geógrafos ignorantes y desatinados. Hay en la memoria del Instituto de Geografía en un simposio[4] algunos ejemplos, cuyos títulos no dejan mentir: “Las alteritas en el estado de Nuevo León”, “Socioeconomía de las comunidades indígenas de la Sierra de Juárez, Oaxaca”, etc.


Max Derrau[5], supuesto teórico por iniciativa propia, nos ilustra: “La Geografía humana es la ciencia de las relaciones múltiples que explican la instalación de los hombres y sus modos de vida dentro de un marco espacial”. No tiene pena para decirnos que sólo estudia el espacio como marco de referencia, por su fin es estudiar al hombre y su instalación. La geógrafa Ayllón Torres[6] y compañía nos enseña lo siguiente:  la geografía física “se ocupa de estudiar los fenómenos físicos y biológicos de la Tierra y la (geografía humana)… de la distribución de los hechos y fenómenos que resulten de la presencia del hombre en la superficie de la Tierra”. Esta sentencia es ilustrativa de cómo la geografía física, según ellos, estudia cosas materiales, y la geografía humana distribuciones, pero pensando que caen en un espacialismo, en un estudio serio del espacio o de alguna de sus propiedades, se apuran a desmentir el asunto y señalan que este carácter espacial resulta únicamente de la presencia del hombre en la superficie terrestre. Ellos de un modo increíble desechan el asunto de qué tipo de espacio es el espacio de la naturaleza antes de la existencia humana, probablemente no crean en la existencia de dicho espacio, y por lo tanto, si ese espacio no existe, tampoco el que ellos pregonarían. Estando tan cerca de encarar seriamente el objeto de estudio de la Geografía, a la vez, se está tan lejos. Pero este asunto es un asunto ideológico, filosófico, y de una pobreza intelectual y científica pasmosa.


Como en estos casos, hay muchos geógrafos indecisos, para no decir muy ignorantes. Sufren de una gran confusión en la definición de su objeto de estudio, tanto que son llevados a terminar como investigadores en otras disciplinas científicas. Son indecisos porque afirman que estudian el espacio o alguna de sus propiedades, pero luego se desdicen, se arrepienten o inventan alguna teoría que creen más acorde con las ciencias más avanzadas, cuando debería de apenarles cualquiera de sus conclusiones contradictorias.


Entre los geógrafos, supuestamente teóricos, tenemos al famoso O. M. Broek, en su libro “Geografía: su ámbito y su trascendencia”[7], quien afirma lo siguiente: “El geógrafo –escribe el teórico- no estudia pueblos, cosechas, aduanas, minerales, poblaciones o tipos de casas por sus propios méritos, sino como parte de un conjunto en que se relacionan mutuamente y que da carácter a un lugar. Es el lugar, la región o el país, lo que desea entender”. ¡Vaya, alguien sí ha entendido que la Geografía es la ciencia del espacio, felicidades!, independientemente de que este teórico sólo mencione algunas de las propiedades espaciales. Pero de nada vale la felicitación ni todo lo que afirma, si, ¡en el mismo libro!, líneas más abajo, nos aclara: “La geografía siempre ha tenido al hombre como centro… Así, uno puede decir que la geografía se relaciona con la Tierra, como hogar del hombre”. Pamplinas, recórcholis, ¿en qué quedamos? Ah, pero el lector no conoce mucho de las viejas fórmulas idealistas, en el antropologismo, acerca de que todo gira en torno al ser humano o la sociedad. De ahí provienen dichas afirmaciones.


Otro geógrafo famoso, Olivier Dollfus[8], también teórico de su geografía, nos enseña su confusión o indecisión: “El geógrafo estudia los modos de organización del espacio terrestre…”. Bien por Dollfus, además de que no tiene miedo en nombrar el objeto de la Geografía (espacio terrestre). Pero esto no vale nada, cuando dos párrafos más abajo se desdice sin pena: “El ámbito fundamental de la geografía sigue siendo, no obstante, el estudio de los grupos humanos, de las poblaciones que ordenan el espacio donde viven y del cual viven”. Aparte de su indecisión, consecuencia lógica de su posición filosófica, y de su terrible ignorancia, ese “no obstante” es muy incómodo porque sugiere que no está diciendo la verdad, como si afirmara, estudia esto, pero no obstante esta verdad, yo digo que mejor estudie esto otro porque se oye mejor y no contradigo en nada las mentiras de mis colegas. O bien, ese “no obstante” significa una disculpa por ser tan contradictorio. Como sea, es una pena que estos hombres de ciencia sean nuestros representantes y autoridades teóricas.


Desde luego que no somos tontos y no nos hacemos partícipes de estas opiniones sensiblemente idealistas subjetivas sobre el espacio terrestre, y justificamos a los autores porque su empirismo extremo los lleva a cometer graves errores no sólo literarios, sino científicos. Pero el lector evidentemente, hará caso omiso de estos trucos y tretas absurdas de un idealismo que raya en la ridiculez.



[1] Cfr. UNAM. Memoria del Primer Congreso del Instituto de Geografía de la UNAM. Instituto de Geografía. México, 1983. 218 páginas.

[2] Funes, Luis Ignacio. Geografía general para bachillerato. LIMUSA. México, 1986. Pág. 11.

[3] Gómez M., J., Muñoz, J. y Ortega, C. N. El pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y Antología de textos (De Humboldt a las tendencias radicales). Ob. Cit. Pág. 338.

[4] Cfr. UNAM. Simposio sobre relaciones campo-ciudad. Instituto de Geografía. México, 1978. 244 Páginas.

[5] Derrau, Max. Tratado de geografía humana. A. Colín. París, 1961. Pág. 16.

[6] Ayllón Torres, M. y otros. Geografía económica para las escuelas preparatorias. Cuarta Edición. Noriega-Limusa. México, 1991. Pág. 11.

[7] Broek, Jan O. M. Geografía, su ámbito y su trascendencia. UTHEA. México, 1967. Pág. 16.

[8] Dollfus, Olivier. El análisis geográfico. Oikos-Tau, colección ¿Qué sé?, Nueva Seire. España, 1978. Págs. 7 y 8.

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