El problema fundamental de la Geografía convertido en secundario

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Dialéctica de la Geografía idealista 7/

Solución lacostiana del problema del espacio
Por el Licenciado en Geografía José C. Martínez Nava

 

No hay ninguna duda que existen geógrafos que intentan poner las cosas en orden y claras; siempre han existido. El problema es que el camino elegido es artificial y, por lo tanto, inofensivo científicamente contra el subjetivismo hecho Geografía; la razón es que se convierte el problema fundamental en uno secundario; es decir, no se busca el carácter gnoseológico subjetivista de la Geografía dominante y, entonces, aún la crítica más radical se hace insustancial.

 

http://www.politiekcafe.com/images/stories/Sprekers/i_tm_l/Lacoste-Yves.jpgEl caso elocuente es la crítica lacostiana. La crítica que hace Yves Lacoste a la Geografía subjetivista —inútilmente él la llama “de los profesores”— se argumenta en su libro “Geografía: un arma para la guerra”, y básicamente se apoya en lo siguiente: “La Geografía —dice Lacoste[1]— sirve, de entrada, para hacer la guerra… La geografía es, en primer lugar, un saber estratégico estrechamente unido a un conjunto de prácticas políticas y militares… ¿Se trata realmente de una ciencia? En el fondo, la cuestión carece de importancia: no es esencial desde el momento de que tomamos conciencia de que la articulación de conocimientos referentes al espacio, es decir, la geografía, es un saber estratégico, un poder”.

 

Este discurso político agitador parece convincente y contundente; ¿lo es? Desde luego que se necesitaría ser un tonto para no darse cuenta que el saber geográfico se ha convertido en fuerza productiva directa —tal es su objetivo final como ciencia— o, con palabras de Lacoste, se ha convertido en “un arma para la guerra”; esto es evidente. No obstante, el argumento aludido, que se repite decenas de veces en dicho libro, hace un favor gordo, sino es que apoya, al subjetivismo hecho geografía, y a las clases sociales que representa.

 

http://www.asmp.fr/fiches_academiciens/images/george.jpgSi la Geografía, si el saber geográfico, sirve “para hacer la guerra”, si ha servido para la práctica del Poder de las clases poderosas en toda la historia de las sociedades divididas en clases, entonces el problema más importante no es entender para qué sirve sino cómo es que ha logrado servir. Por lo tanto, se vuelve al único problema de raíz: el conocimiento geográfico, el conocimiento del espacio, ¿es verdadero o falso? Y puesto que se asegura que ha servido, no queda menos que reconocer que es verdadero objetivamente, es decir, que refleja plenamente la realidad tal y como es.

 

Bien. Pero, ¿no se asegura que este conocimiento estratégico ha sido utilizado por el imperialismo para ejercer el Poder? De donde se sigue que ¡el conocimiento geográfico verdadero es el conocimiento convertido en fuerza productiva por el mismo imperialismo!


La primera condición de toda condición para transformar la naturaleza, y la sociedad, en beneficio de la sociedad en su conjunto, o de un sector de ella, es su conocimiento verdadero, porque ¿cómo es posible dominar a la naturaleza, o a las leyes sociales, si no se conocen sus propiedades fundamentales?, ¿cómo es posible “hacer la guerra” si no se conoce certeramente el espacio tal y como es? Seguramente los imperialistas esbozarán una sonrisa cuando se les “argumenta” que carece de importancia el problema de si el conocimiento del espacio es o no un conocimiento científico, es decir, un conocimiento que refleja acertadamente las propiedades del espacio geográfico.

 

http://pragmatosis.files.wordpress.com/2008/08/peirce1.jpgEs bien sabido que quienes aseguran la poca importancia de los conocimientos teóricos representan al positivismo ligado con un estrecho irracionalismo. Esa es la línea iniciada por Pierre George en los años sesenta y continuada con los lacostianos de hoy.

 

Como ellos no supieron resolver teóricamente el problema del espacio en la Geografía, prefirieron enfocar su lucha hacia el terreno político directo, abandonando el campo científico y el partidismo en la ciencia. Ellos mismo aseguran que: “Ya no era tanto el estatuto científico o la fragilidad conceptual de la geografía [sic] lo que estaba en juego, sino sus funciones estratégicas e ideológicas, su utilización… Función estratégica claramente puesta en evidencia. A partir de ahí, las cuestiones exclusivamente epistemológicas que nos habían apasionado, pasaban a ser secundarias”[2]. O, mostrando su pleno acuerdo con el subjetivismo y agnosticismo, escriben más abajo en el mismo artículo[3]: “No hay duda que la división entre las disciplinas es arbitraria [sic], pero su reagrupamiento es una perspectiva tan lejana [sic] que preferimos tácticamente desarrollar una geografía radical y combativa”.

 

Estos señores entienden que el partidismo en la ciencia no existe y tratan de llevar fuera de ésta su lucha en contra de grupos y concepciones que en su propia ciencia no supieron resolver. Creen ciegamente en el postulado positivista que sustenta que la división de los filósofos en escuelas o corrientes es absurda, inútil e irrelevante. Por ello, creen que en la ciencia no es posible una verdadera lucha política y filosófica, sino que esta lucha debe ir a otros ámbitos. No alcanzan a entender que las pugnas política, científica, filosófica, etc., son una y la misma, y que la diferencia entre ellas estriba en el carácter de los problemas a resolver. Debido a ello, si hablamos de ciencia y sus problemas no podemos salir de esos límites a riesgo de charlatanismo o indigencia científica.

 

http://www.grandeshechos.net16.net/fotos%20guerra%20golfo_archivos/image001.gifNo obstante que esta tendencia geográfica tuvo su importancia histórica expresada en el hecho de señalar la existencia de concepciones geográficas claramente identificadas y la necesidad de elaborar un punto de vista que combatiera con la Geografía subjetivista oficial, esta perspectiva fue estrecha y al contrario de ser una cosmovisión radical, coquetea con ese mismo subjetivismo.

 

La clave de su estrechez radica en resolver el problema del espacio en Geografía desde una posición ecléctica y timorata entre el “marxismo” revisado y un positivismo claro y sincero. Y tan lo resolvieron en este sentido de un modo magistral, que cada día crece más su influencia en los círculos llamados “radicales” en la Geografía, no obstante se hayan empeñado en negar la solución teórica del problema del espacio.

 

La piedra angular de su cosmovisión geográfica consiste precisamente en su concepción positivista de la práctica social. Con ella, el espacio geográfico es una “relación social” y, por lo tanto, una creación de la actividad humana, sin ningún origen natural e histórico—natural, chocando de frente con las “geografías naturales” y las ciencias naturales que, no obstante, siguen su avance ineludible considerando al espacio como un sistema de propiedades materiales. Llevada al extremo es una concepción reaccionaria, ya que creyendo denunciar la explotación de los trabajadores y recursos naturales, se denuncia únicamente la “explotación” del espacio —considerado como una relación social— y se ocultan las verdaderas relaciones económicas.

 

Todavía volveremos más de una vez a referirnos a esta concepción. Por ahora, es importante señalar que la Geografía del siglo XXI debe contemplar la existencia, ya no de un adversario científico, representado por el idealismo subjetivo claro y sincero, sino de dos; el segundo tan peligroso y difícil de enjuiciar, por su eclecticismo.



[1]  Lacoste, Yves. La Geografía: un arma para la guerra. Barcelona, España, Anagrama (Cuadernos críticos No. 9), 1977. Pág. 7.

[2]  Ibidem. Cfr. Epílogo de Jean—Michel Brbant, Beatrice Giblin. Maurice Ronai. Pág. 154.

[3]  Ibidem. Págs. 151—156.

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