La "geografía del hoy"

Publicado en por geografiadialecticaymas

Una parcialidad de la teoría geográfica idealista

La “geografía regional”, la culminación
Por José C. Martínez Nava

Muchos geógrafos idealistas, caracterizados por su pragmatismo idealista, aseguran que la Geografía nada tiene que estudiarle al espacio antes o independientemente de la humanidad, y apelan por la “geografía del hoy”. El comentarista T. W. Freeman nos dice[1]: “Siguiendo a Mackinder, consideraban a la geografía tanto un “arte” como una “ciencia”, que trata de hechos que son “contemporáneos y reales… importantes y significativos para la vida de todo individuo y toda comunidad””. Significa que todo lo que es antes e independientemente de la humanidad no sirve para nada ni es importante estudiarlo. Los geólogos, a la vista de estos geógrafos idealistas, son investigadores inútiles, lo que, evidentemente, es una falacia y mentira vil.

 

Falacias y más falacias para demostrar que lo que dicen es científico; “los geógrafos –nos diría Mackinder- están aportando algo de valor a las discusiones de muchos problemas contemporáneos, ya sea que se relacionen, por ejemplo, con la planificación de nuestras áreas rurales, la conservación de los recursos naturales, el estudio en el  terreno realizado por grupos en áreas coloniales, o las complejidades de las relaciones internacionales”[2].

 

Recurren a la vieja treta idealista de que es verdadero si lo afirmo, porque cómo demuestran que tienen razón: afirmándolo simplemente. Este procedimiento, en la literatura idealista de todos los tiempos recibe el nombre de autoritarismo o bien, la pretensión de que son autoridades teóricas en la Geografía idealista y que lo que digan será tomado en cuenta como cierto.

 

Pero los geógrafos idealistas sienten que resbalan hacia el acantilado porque prometieron el estudio del espacio terrestre y no lo hacen, así que recurren a otra treta de la Geografía idealista de los últimos tres siglos: caracterizar a la “geografía regional” como su tabla de salvación, así –pensarán- ya tienen un elemento espacial: la región.

 

Nos comenta Freeman: “La contemplación de los misterios de la Tierra y del universo tiene un atractivo que nunca se acaba, si bien los geógrafos conservan su propio interés por el “ahora mismo” de la vida, por el mundo viviente que ellos mismos experimentan. En la década de 1950, uno de los problemas que se discutía con frecuencia en los círculos académicos era la interrelación de la geografía regional y la sistemática, en particular a medida que se diseñaba una amplia variedad de nuevos cursos para los estudiantes de las universidades. Muchos aceptaban la opinión de que el trabajo regional era el logro culminante de la geografía, en tanto que otros se consideraban a sí mismos como “sistematizadores”… Miller llamaba la atención sobre las opiniones metodológicas de los autores que “insisten enfáticamente” en la “comprensión plena y correcta de la geografía total de la región” como “el objetivo final del geógrafo”[3]”.

 

Sucede que sus conclusiones son empíricas completamente, por eso suponen que la “geografía regional” es la culminación del trabajo del geógrafo; cuando la “geografía regional” no es más que una más de las investigaciones empíricas del espacio terrestre, y ni siquiera es la única. Falta aún la teoría, la sistematización de los conocimientos empíricos, el planteamiento de hipótesis, conceptos, teorías y leyes geográficas y luego su aplicación o su transformación en la práctica, en la producción, en la sociedad de su justeza. Por eso, dichos geógrafos no atinan en la conclusión de que es posible abarcar todo el espacio geográfico con una sistematización correcta y científica y creen que la “geografía regional” es lo mejor o superior del conocimiento geográfico.

 

Por este motivo comentarían lo mismo que S. W. Wooldridge acerca de la doctrina de la totalidad: “la región… (aunque)… el fin de nuestro esfuerzo para contemplar a las regiones del mundo como totalidades aún no ha llegado. Sin menospreciar a los “geógrafos especializados”, preferiría que los geógrafos estudiaran regiones, no problemas, si bien, aunque el mundo entero es el campo de la geografía, ninguna mente lo puede abarcar por completo. Por lo tanto concentrarse en una región de superficie limitada, sin temor a que se le acuse de “provincialismo”[4]. Como se mira, no entendieron el proceso del conocimiento científico, sencillamente, porque no eran científicos sino “todólogos”.

 

Su afán era y es, según ellos, conocer más y más de cada vez menos. Viva la ciencia. Sin embargo, de nuevo, como siempre, caen en el mismo batiburrillo. Al respecto nos comenta Freeman: “Lo que se buscaba eran correlaciones del hombre con el ambiente, y esto no era nuevo, sino tradicional, porque era un problema que ocupó el pensamiento humano desde mucho antes de Mackinder, Humboldt y Ritter, y de hecho desde los inicios de la civilización… Los autores debían considerar la relación tierra-hombre, en toda su complejidad, con el conocimiento de que desde que se creó el primer asentamiento, la tierra ha sido modificada por la actividad humana; los cambios pueden ser rápidos y favorables como mostró Cumberland”[5].

 

Por supuesto que su concepción de lo que es el espacio, y el espacio terrestre es tan empírica que no dan para más, que no han dado para más, pero en la actualidad siguen teniendo éxito como autoridades geográficas de quienes se piensa son la vanguardia, cuando sus ideas no son más que fórmulas de un idealismo tan caduco como sus conclusiones empíricas.



[1] Brown, E. H. Geografía, pasado y futuro. FCE. México, 1985. Pág. 119.

[2] Ibídem. Pág. 119.

[3] Ibídem. Pág. 126.

[4] Ibídem. Págs. 126-127.

[5] Ibídem. Pág. 128.

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